( PROGRAMA MIL PALABRAS, 21 DE ENERO DE 2.010)
Hablando de Moebius nos podemos acordar del insigne matemático, de la famosa superficie que describió o de un francés genial y poco convencional que también responde a su otro nombre, Jean Giraud. Siendo este un blog sobre cómics parece obvio que nos referimos al último, aunque yo no tengo tan claro que nuestro Moebius no sea sino una encarnación de la superficie, una superficie con dos caras que resulta ser solo una.
El uso para este narrador de sus dos nombres no es arbitrario. Jean Giraud es el nombre usado para el cómic más convencional y clásico, el del dibujante de Teniente Blueberry. Moebius es su heterónimo, el que crea otros mundos, otras realidades, el creador del Incal.
La importancia de Moebius la podemos valorar sabiendo que su nombre fue durante los años 80 en Francia estuvo ligado a la intelectualidad y considerado por muchos, no una figura del cómic sino un verdadero filósofo y un gurú. Y está claro que el autor de El Empalmado Loco, amigo de ese otro loco llamado Jodorowsky, no es una persona convencional.
Parisino y ciudadano de muchos mundos, Jean Giraud se inició muy joven en el mundo del cómic y la ilustración. Antes de ir a vivir a México con 16 años, ya había visto publicada sus primeras historias en Francia. Después de un periplo de varios años en los que vive sucesivamente en México, Francia, Alemania y Argelia se instala definitivamente en Francia en 1961 y comienza a colaborar en series de historietas sobre el Oeste. Cuando en 1964 se une a Jean Michel Charlier para crear El Teniente Blueberry se inicia una época de gran éxito comercial lo que le ha permitido desde ese momento vivir de manera desahogada. Aunque el mayor éxito de crítica lo cosecha como Moebius, nunca ha olvidado o relegado a Blueberry, siempre ha sido un serie que ha cuidado mucho tanto en el dibujo como en el guión, y no solo por celo profesional, sino que ha confesado que tiene un especial cariño a este personaje por lo que ha aprendido del arte de dibujar y de narrar historias.
No debe ser casual que su nombre esté unido al de las revistas francesas de mayor repercusión en el mundo del cómic. A Pilote llegó de la mano de Goscinny y Uderzo. En Hara-Kiri se convirtió en Moebius para poder ir más allá del propio Jean Giraud y con los Humanoides Asociados creó Metal-Hurlant. Es decir, viajó desde el cómic más clásico de la historieta francobelga a la fantasía desbordante de la mejor ciencia ficción hecha jamás, pasando por el cómic crítico, experimental y satírico.
La obra de este autor se inicia de una forma clásica, Teniente Blueberry, es una narración sobre el Oeste americano, lleno de tópicos y lugares comunes que a menudo beben del cine, pero que constituye una obra de muchísima calidad. Cuenta la historia de un perdedor, un sudista, que acusado de matar a su suegro debe huir para evitar su ahorcamiento. Adopta el nombre de Mike S. Blueberry y recorre el viejo Oeste durante la guerra de Secesión, vive con los apaches y se encuentra en el OK Corral, en el mítico Tombstone.
Sin embargo su producción como Moebius es radicalmente distinta. No solo por el dibujo menos realista, menos encorsetado, sino porque inaugura una de las más influyentes carreras que se conocen en la ciencia ficción. Yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón, y así son sus mundos, líquidos, etéreos, llenos de magia y fantasía, tarot y ciberseres; en ellos sí es posible atravesar la puerta de Tanhaüser y ver rayos zeta brillar en la oscuridad. Para la posteridad quedan El Garaje Hermético, El Incal y su protagonista John Difool y Arzach. Los mundos que imagina y que crea, su visión de mundos casi líquidos, la conexión entre el sueño y la vigilia, entre la ensoñación y la realidad deben mucho al autor, a Jodorowsky, y a los años que pasó leyendo solo ciencia-ficción, y también, que nadie lo refute , a la marihuana.
Las películas Alien, Star Wars, Willow, Little Nemo, El Quinto Elemento y Blade Runner también han contado con el concurso de Moebius o han visto recogida su influencia y sus películas.
Si hablamos de dos caras y de dualidad, podemos decir que ha pasado de western a la ciencia ficción, del cómic clásico al experimental, de un nombre a otro, de la soledad a la colaboración, de un universo a otro. Pero, si hiciéramos como las hormiguitas de este dibujo y empezáramos por cualquiera de ellos, ¿no llegaríamos al mismo punto partiéramos de donde partiéramos sin necesidad de abandonar la superficie?.
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