POR AMOR AL ARTE... AL NOVENO ARTE: ¡CON TODOS USTEDES… MORTADELO Y FILEMÓN!

(PROGRAMA MIL PALABRAS. 14 DE ENERO DE 2010)

Seguro que alguien comparte conmigo algún momento desternillante de risa con estos señores que ya superan los 50 años. Seguro que alguien se ha reído solo, como un verdadero loco, con alguna viñeta de estos superagentes. Seguro que hoy me olvido algo y que alguien, mayor seguidor y mayor conocedor de esta obra, me lo hará recordar. Seguro.

Pero, ¿de qué hablo?, ¿a quiénes menciono?. Sin duda, de los espías más conocidos de nuestro país, de Mortadelo y Filemón, Clever & Smart, o de Mort & Phil. Es decir de un tipo con dos pelos vestido con camisa blanca y pantalón rojo, y de otro calvo y con gafas vestido con frac negro, pero un verdadero mago de los disfraces.

Estos dos personajes nacieron en 1958 de la pluma y de la mano de Ibáñez, uno de los mayores exponentes de los tebeos españoles de los años 50, 60 y 70. Así que, ya talluditos y cumplidos los 50, Mortadelo y Filemón se han convertido en la serie más conocida de las historietas españolas, la más internacional y casi en un símbolo, el de una forma de trabajar ya casi extinta.

La historia de Ibáñez comenzó como la de muchos españoles en los años 50, buscando un trabajo estable en una entidad de solvencia, así que entró a trabajar como botones en el Banco Exterior de España, pero dejó este trabajo para dedicarse a la historieta por completo. A este creador se le deben una ingente cantidad de series y de personajes como La Familia Trapisonda, Pepe Gotera y Otilio, 13, Rúe del Percebe, Rompetechos, El Botones Sacarino…, pero es con Mortadelo y Filemón con quienes alcanza el éxito. Me gustaría añadir que no solo el éxito, sino la mayoría de edad como autor y su obra maestra, pero los excesivos altibajos de esta serie no permiten encumbrarlo de esta manera, es decir, como a uno de los grandes autores de cómic.

A pesar de su éxito, indudable, incuestionable, merecidísimo, Ibáñez podría haber sido algo más. Existe esa tragedia española de condenar lo propio al olvido y ensalzar lo foráneo, y con esta historietista y otros muchos de la Escuela Bruguera ha sucedido eso, que su tono satírico y paródico parecen haberlos relegado a un escalón inferior en la valoración de su obra. No siempre es ese complejo de inferioridad el que convierte a los autores españoles en autores menos reconocidos por la crítica, la forma de trabajar a destajo con varias series paralelas, varias publicaciones semanales, sin derechos de autor, sin firma, sin horarios, les impide desarrollar un potencial mayor. Un potencial que podría haber ensombrecido muchas de las reputaciones de las que gozan los autores belgas de series con corte humorístico. Raf, Vázquez, Escobar, Bernet o Ibáñez, en igualdad de condiciones, habrían estado a la altura de Morris, Uderzo, Goscinny y Hergé, pero eso es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión. Ocasión que nunca existirá.

¡Bah!, dejemos las divagaciones. Mortadelo y Filemón, Agencia de Información, fue la serie que nació en 1958. Se trataba de una especie de parodia de Sherlock Holmes y Watson, en la que se desarrollaba una historia en solo una página, seis filas de viñetas, que, por necesidad, siempre acababa mal. Los críticos hablan de esta como de una etapa primitiva de la serie, y distinguen cuatro etapas. Yo, y perdónenme la inmodestia, hablo de tres etapas, la de las historias cortas, la de las historias largas con Bruguera y la vida después de Bruguera. A lo largo de esta primera etapa en la que se pasa de historias de una página a las de dos, hay también una evolución en los personajes y en las historias. Su aspecto, el gráfico, se va suavizando. Los rasgos de Filemón se vuelven más armoniosos, cambia la ropa que le acerca a Sherlock Holmes, aparece su característica pajarita y Mortadelo abandona el bombín y el paraguas con los que inició su andadura. Las historias, a pesar de contar con guiones aun muy famélicos, se desarrollan un poco más y dejan de contar con un argumento más propio de un sainete popular que de una naración madura. Advierto que el que esto cuenta ha hecho esta clasificación atendiendo a su experiencia como lector de Mortadelo y recuerda como en la colección Olé, las historias largas se complementaban con historias cortas que no encandilaban tanto como las otras y que se introducían como relleno. La verdad es que, hecho esto sin ningún tipo de aviso editorial, se convertía la lectura en un ejercicio especulatorio; uno no sabía si estaba leyendo historias de los mismos personajes o de otros, del mismo autor, o de la misma época. Con el transcurso del tiempo y el acceso a más canales de información, yo he descubierto la clave, pero estoy seguro de que una mejor edición habría dado un carácter de mayor calidad a la publicación, a la serie y habría contado con una mejor crítica. ¡Otra vez las divagaciones!.

En fin, que en 1969 se publica El Sulfato Atómico, la primera historia larga de Mortadelo y Filemón, y, junto con un puñado de las historias largas de estos personajes y 13, Rúe del Percebe, lo mejor de Ibáñez. Con este álbum se inaugura la mejor etapa de de los personajes, éxito de ventas, y abanderados de la editorial, que consiguen su propia revista en 1970. Para compaginar las historias de mayor longitud con las revistas de mayor frecuencia, Ibáñez recurre a crear capítulos de cuatro, seis u ocho páginas que se publican en la revista y que son autoconclusivos. En la acción de la historia se corresponden, por lo general, con lo ocurrido durante un día. La unión de varios de estos capítulos, de seis a doce, constituyen el álbum que se publica en Colección Olé. Y varios de estos Súper Olé conforman un libro de Magos del Humor o de Súper Humor. Es además de una época rentable, una época fecunda, en la que se suceden aciertos en la estructura narrativa de la serie, se abandona el humor saitinesco y aparecen parodias, bromas visuales, humor absurdo, enredos, juegos de palabras, humor negro, etc. El dibujo, puro Ibáñez, es el más cuidado. Y los personajes y los lugares comunes y recurrentes de la serie nacen en este época. Es obligado citar a la T.I.A., al superintendente Vicente, al profesor Saturnino Bacterio, a la secretaria Ofelia. ¿Quién no puede recordar el zapatófono, las entradas secretas, la máquina del cambiazo?.

Durante el periodo de 1969 a 1989, la situación en la vida española sufre un enorme cambio, también Mortadelo y Filemón. No sé si el agotamiento de las ideas, la saturación de trabajo u otras circunstancias son las culpables, pero es cierto que la calidad de la serie empieza a declinar a partir de 1979. Hay un hecho importante, de seis fila de viñetas en 1958, se pasa por las cinco de 1970 y a las cuatro en 1979 (El transformador metabólico) y, la cantidad de cosas que se cuenta en cada página disminuye considerablemente. Esto añadido a repeticiones de gags, de historias, a un menor cuidado del dibujo y del color y a la introducción de la actualidad más rabiosa en las historias hacen que la calidad, pero no el éxito, caiga de forma casi exponencial.

La salida de Bruguera no puede catalogarse como fácil. Un juicio y la pérdida de los derechos de autor protagonizan una etapa de baja calidad de las historias, a menudo realizadas por un equipo de la editorial Bruguera o de Ediciones B. La desaparición en 1996 de las revistas de publicación periódica significó, de manera paradójica, una recuperación de la calidad de Mortadelo y Filemón, que solo verían ya su publicación en formato álbum directamente. A mi juicio, nunca se recuperaría el espíritu del Mortadelo de Los Mercenarios, y la inclusión de historias muy cercanas a la actualidad, el intento de realizar sátira política y de sociedad, han sido los que han acabado de dar la puntilla a una idea que, por original y distinta al resto, triunfó. El agotamiento de una historia de más de 50 años, también ha provocado la sequía de ideas.

La relación de las historietas largas de estos personajes protagonizadas hasta la fecha es la siguiente:

Como todos tengo mis preferidas. Por supuesto, El Sulfato Atómico, la mejor, sin cavilaciones, a nivel artístico de todas las historias. Valiente por denunciar, en 1969, un régimen militar y sorprendente por la historia que narra. Luego están Pánico en el Zoo, Los Mercenarios, La Máquina del Cambiazo, La Caja de los Diez Cerrojos, El Brujo y Mundial 78. A todas ellas se une un criterio personal y alguno que otro sentimental, pero están unidas por un exponente común, son historias anteriores a 1980. Anteriores a la aparición en mi vida de otros cómics y de otros intereses, y, curiosamente, incluidas en la etapa clásica de la serie. Quizás no sea tanta casualidad, porque la aparición de estos cómics en el mercado español lo revolucionó y acabó con el monopolio de Bruguera y con la preeminencia de su estilo. Y, por ende, con el estatus intocable de Ibáñez.

Ver álbum completo

Para acabar, si esto no da para otro día, debo asegurar que me dejo muchas cosas por decir. Algunas las sé, otras no. Si alguien quiere escribir o comentar algo, bienvenido sea. Pero que conste una cosa, Harold Lloyd colgado de un reloj, Buster Keaton en un tornado y Mortadelo y Filemón en muchas ocasiones, han sido los causantes de mis mayores ataques de risa. A pesar de la crítica les tengo un inmenso cariño. A todos.

POR AMOR AL ARTE... AL NOVENO ARTE

14 de enero de 2010

¡CON TODOS USTEDES… MORTADELO Y FILEMÓN!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi lista de blogs

Contribuyentes

Archivo del blog

Seguidores