26 de agosto de 2009

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

(PROGRAMA MIL PALABRAS. 1 DE SEPTIEMBRE DE 2009 )
Septiembre es el mes de los exámenes, de la reválida, la oportunidad de corregir lo que ha quedado incompleto o no se ha hecho. Valga esto para que pueda corregir lo que quedó de farragoso en la intervención sobre la historia de la historieta en España.
¿Qué debería haber dicho que no dije y que hizo de la colaboración algo más teórico de la cuenta? Que el tebeo español ha sido maravilloso, entretenido, genial y sin pretensiones, lo que lo convierte en un producto que ha alcanzado su estatus sin ser consciente de haberlo hecho, gracias a la labor de profesionales, de editoriales, de revistas y de historias y personajes que forman parte ya del acervo y de la cultura popular.
Hablaremos para corregir la intervención un poco teórica de la semana pasada de historietas, de revistas y de historietistas, serán, los protagonistas TBO, Pulgarcito, El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, El Jabato, Carpanta, Mortadelo y Filemón, Cuto....
Para hablar de los tebeos de esta época comenzaremos por los más conocidos tebeos de aventuras (tebeos, sí, tebeos, nombre hispánico y original) que animaron la infancia, y para muchos, algo más que la infancia de algunos de nosotros.

1. EL GUERRERO DEL ANTIFAZ
Clásico donde los haya, de la historieta española, ideado por Manuel Gago García, Gago. Desde su inicio se convirtió junto a Roberto Alcázar y Pedrín en una de las series más populares de los años 40. Se prolongó a lo largo de 21 años, con 661 cuadernos.

El argumento de la serie original que lanzó desde 1944 a 1966 es parecido al de un verdadero folletín, un personaje que descubre que, en realidad no es hijo de un reyezuelo musulmán, Alí Khan, sino de la condesa de Roca que había sido raptada ya embarazada; cuando este personaje descubre que en realidad es heredero de los condes de Roca, porque su propia madre la que se lo revela a pesar de que le cueste la muerte, reniega de su pasado musulmán, de sus luchas contra los cristianos, se pone un antifaz para ocultar su identidad y decide dedicar su vida a luchar contra los musulmanes.

La ambientación temporal de los hechos transcurre durante el Reinado de los Reyes Católicos, el ámbito geográfico es España y la costa mediterránea y berberisca, Túnez, Argelia, Turquía, Italia, Malta....

Los personajes principales de la serie entre los que hay que citar, desde luego, a los enemigos son:
a) del bando enemigo Harum, Ali Kan, Motamid, reyes ficticios de nombres vagamente árabes.
b) en el bando amigo, y en el amoroso, los hermanos Kir, Zoraida, Aixa, la mujer pirata y, por supuesto, su amada Ana María, hija del conde de Torres con la que al final se casa y tiene un hijo, Adolfito.

En los años 70 se reeditó en color y en formato vertical, con pequeñas modificaciones producto de la censura de la época, mayor incluso que en los años 40. Esta es la edición que conocemos la mayoría de los lectores más jóvenes del Guerrero del Antifaz. A finales de los años 70 se crearon las Nuevas Aventuras del Guerrero, con un argumento y una trama de distinto cariz a la original.

La publicación de esta historia correspondió a Editorial Valenciana, su autor lo creó cuando tenía unos 18 años. Gago se encargó de dibujar al personaje durante toda su historia, salvo un paréntesis de 80 números de Matías Alonso, y de los guiones de toda la serie, aunque ayudado por su hermano y cuñado. En 1966 se cierra la primera serie, la de los cuadernillos de 16 páginas, apaisados y en blanco y negro; pero de 1972 a 1978 se relanzó a color, y una vez que se terminaron las historias originales, se dedicó a continuar con el personaje hasta su muerte en 1980.

Los años 70 supusieron un fuerte varapalo al Guerrero del Antifaz, la crítica consideraba que se ensalzaban valores de la ideología franquista, lo que no deja se ser cierto, la supremacía del cristianismo, el valor de la Cruzada como lucha para conseguir la imposición de unas ideas, el ensalzamiento de los Reyes Católicos que le dan unidad a España...y además el dibujo de la serie está en ocasiones muy descuidado, en cuanto a detalles y fondo de la viñeta, aunque no es achacable a la calidad de Gago como dibujante, incuestionable, como demostraba en sus producciones más cuidadas sino debido al ritmo de trabajo. Esto motivó que en las Nuevas Aventuras, el autor quisiera cambiar las tornas y aparezcan problemas del protagonista con la Inquisición o que reniegue de los Reyes Católicos.

2. ROBERTO ALCÁZAR Y PEDRÍN

Quizás con El Guerrero del Antifaz constituye un baluarte de los tebeos de aventuras de la posguerra. Es la serie más conocida de principios de los años 40, Roberto Alcázar y Pedrín, creada en 1940, y editada por Editorial Valenciana. Esta serie ideada por el guionista Juan Bautista Puerto y el dibujante Eduardo Vañó, se prolongó durante 35 años y se convirtió en un paradigma de los valores del régimen. Los protagonistas lo resuelven todo con lo que denominan "jarabe de palo", no dudan en torturar, en utilizar métodos expeditivos y violentos, pero eso sí, España es una, grande e indivisible y acuden a misa puntuales todos los domingos. Esto les valió una parodia de los años 90, Roberto España y Manolín, de Miguel Ángel Gallardo, publicada en Cairo.

Durante su prolongada vida contó con guiones de Juan José Jover, y varios dibujantes entre los que destaca Amorós.

El protagonista, con rasgos físicos muy parecidos a los de José Antonio Primo de Rivera, es al principio de la serie un periodista, aunque luego aparece convertido en agente de la Interpol que persigue maleantes por todo el mundo. Pedrín es un muchacho de la calle al que Roberto Alcázar debe educar en las buenas costumbres, lo conoce en el primer número de la serie y lo convierte en su ayudante, sirve como contrapunto cómico al protagonista (¡Aprende, tío feo!; ¡Arrea, constipao!; ¡Carape!; ¡Carraspeta!; ¡Recastaña!; ¡Sopla!; ¡Toma, tío pelao!.). La relación entre los protagonistas ha dado lugar a comentarios sobre una relación homosexual entre Roberto Alcázar y Pedrín; hay una casi total ausencia de mujeres en la serie, y las que aparecían eran malas.